14 de Febrero 2024 / 4:56 PM
El Monasterio de Zamfira Prahova
El Monasterio de Zamfira, arraigado en la apacible comuna de Lipăneşti, cerca del pintoresco pueblo de Zamfira, emerge como una joya histórica impregnada de la rica herencia Phanariot. Este monasterio, fundado en la era fanariota, se encuentra en una idílica pradera a la izquierda del río Teleajenului, flanqueando la carretera paralela a DN 1A, a tan solo 15 km al norte de Ploiești.
El Monasterio de Zamfira, con su ubicación pintoresca, invita a los visitantes a explorar la riqueza histórica y espiritual que yace en cada rincón de este venerado sitio.
Historia del monasterio de Zamfira
La construcción del Monasterio de Zamfira, se entreteje con la iniciativa y dedicación de Zamfira Apostoli, viuda del acaudalado comerciante Manoil (Mano) Apostoli. La edificación de la iglesia, iniciada probablemente durante el segundo reinado de Nicolae Mavrocordat entre 1721 y 1730, cobró vida bajo la visión de Zamfira.
Tras la partida de Zamfira, la responsabilidad de concluir la obra recayó en su nuera Smaranda, descendiente de una distinguida línea que incluía al aga Ion Bălăceanu y al voivoda Șerban Cantacuzino. El 29 de julio de 1743, la iglesia fue solemnemente inaugurada y abierta al uso público. Inicialmente, su propósito era servir como iglesia mir para el pueblo de Clácasi, vinculada a las propiedades de los Manoil, o incluso como iglesia de la corte.
A lo largo del tiempo, el monasterio experimentó cambios significativos. En 1776, bajo la supervisión del abad Dionisie, la iglesia pasó de mir a ermita de monjes. En 1780, se vinculó como metoch a la sede episcopal de Târgoviște, y en 1832, con Smaranda generando ingresos, se transformó en una ermita de monjas, dedicada al monasterio de Câmpulung, bajo la Metropolitano de Bucarest.
Durante el mandato del metropolitano Nifon (1850-1875), se erigió una nueva iglesia más amplia al norte del antiguo altar, completándose en 1858. Concomitantemente, se iniciaron trabajos de restauración en la iglesia original y la construcción de un campanario. Aunque las obras se suspendieron en 1860 sin reconstruir la aguja, el pórtico y el patio, la iglesia de Zamfira y Smaranda se mantiene como la capilla del nuevo fundador.
Hoy, el Monasterio de Zamfira cuenta la historia de siglos de devoción y transformación, ofreciendo a los visitantes un vistazo a la rica tapestry espiritual y arquitectónica que ha evolucionado a lo largo del tiempo.
La pintura mural del monasterio Zamfira
En un capítulo destacado de la historia artística del Monasterio de Zamfira, Prahova, la pintura mural emerge como una expresión sublime a manos del joven prodigio Nicolae Grigorescu. En 1856, con tan solo 18 años, Grigorescu fue comisionado para llevar a cabo esta empresa monumental, sumergiéndose en la creación de las pinturas murales que adornarían el interior de la iglesia.
La destreza y visión artística de Grigorescu se plasmaron en las paredes del monasterio, transformando el espacio en un lienzo vivo que relataba la espiritualidad y la devoción. Los trabajos de ejecución, llevados a cabo con dedicación y maestría, se extendieron hasta 1857, marcando un hito en la carrera temprana del pintor.
La iglesia, imbuida con la magnificencia de las creaciones de Grigorescu, fue consagrada el 8 de septiembre de 1857 bajo el patrocinio de la Ascensión del Señor y San Nifón de Constantinopla. Aunque los detalles sobre los posibles intentos del joven pintor en el estilo de pintura monumental no han llegado a nosotros, su contribución a la belleza y espiritualidad del Monasterio de Zamfira permanece como un legado artístico imperecedero que trasciende el tiempo.
Nicolae Grigorescu, maestro indiscutible del arte rumano del siglo XIX, dejó su huella única en el Monasterio de Zamfira, donde llevó a cabo la creación integral del conjunto mural y los iconos del impresionante iconostasio de madera de tilo. Este conjunto, modelado en un estilo barroco, se distingue por sus relieves opulentos, que añaden una dimensión de esplendor artístico al monasterio.
Los santos representados en el iconostasio, cuidadosamente pintados por Grigorescu, no solo son figuras religiosas, sino también emisarios de un mensaje amable. Sus miradas instan al visitante a sumergirse en sus vidas, inspirando devoción y reflexión. La maestría de Grigorescu en la pintura mural y la creación de iconos no solo embellece el espacio sagrado, sino que también conecta a los fieles con la esencia espiritual de las representaciones sagradas.
El Monasterio de Zamfira se beneficia así de la riqueza artística de Grigorescu, quien, a través de su obra magistral, trasciende lo meramente estético para proporcionar una experiencia espiritual única a aquellos que cruzan sus umbrales.
El Monasterio de Zamfira, Prahova, resguarda en su sagrado recinto no solo la riqueza de su historia espiritual, sino también los descansos finales de figuras prominentes. En el lado derecho de la iglesia, el patio acoge las tumbas de cinco miembros de la familia del eminente científico Nicolae Iorga. La madre Zulnia, el hermano George y sus tres hijos, Adriana, Ștefan y Valentin, descansan aquí, tejiendo una conexión entre la grandeza del monasterio y la ilustre familia Iorga.
El Monasterio de Zamfira, en Prahova, es custodio de una exquisita colección de arte eclesiástico, donde objetos preciosos con siglos de antigüedad cuentan la rica historia espiritual del lugar. Entre estos tesoros, destacan los iconos venerados de la Madre de Dios con el Niño y San Nicolás, datados en el año 1743, resonando con la devoción y la maestría artística de la época.
En las estanterías, reposan libros de culto que remontan a principios del siglo XVIII, testimonios de la importancia de la palabra escrita en la práctica religiosa de la comunidad. Una joya artística adicional es la cruz de campaña, pintada por el renombrado Nicolae Grigorescu en 1866, que añade una dimensión visual única al conjunto.
Vasijas de culto, bordados finamente elaborados y cruces de metal, algunas donadas por el fundador del monasterio, el metropolitano Nifon, y otras adquiridas a lo largo del tiempo, completan esta colección que respira vida en cada objeto. El Monasterio de Zamfira, a través de su tesoro de arte sacro, ofrece a los visitantes la oportunidad de conectarse con la espiritualidad a lo largo de los siglos, transformando el espacio en un santuario de historia y devoción.
Desde el año 2009, bajo el liderazgo de la Abadesa del Monasterio de Fanuria Berica, el Monasterio de Zamfira ha experimentado un renacimiento significativo a través de un proceso integral de restauración y renovación. Este esfuerzo meticuloso ha visto la consolidación y reconstrucción de la Casa Oficial, transformándola en un refectorio equipado con cocina, espacios de almacenamiento de alimentos y bodegas. Además, se ha establecido un taller de sastrería y bordado, evidenciando un compromiso con las artes monásticas y la tradición.
Un hito en esta fase de renovación es la construcción de una triple puerta de entrada a las instalaciones del monasterio, simbolizando la apertura hacia la comunidad y la bienvenida a aquellos que buscan la paz espiritual.
En la actualidad, el monasterio alberga una vibrante comunidad de 25 monjas que llevan vidas independientes y comunitarias, bajo la guía espiritual del Hieromonje Damian Bulz, sacerdote y clérigo en servicio. Este resurgimiento no solo ha restaurado la infraestructura del monasterio, sino que también ha fortalecido su propósito como un refugio espiritual activo, dedicado a la vida monástica y al servicio comunitario.
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