San Paisios del Monte Athos

”El hombre espiritual es todo un sufrimiento.”

Cada época tiene sus sus Santos, y damos gloria a Dios por ello. Ellos son como faros que iluminan nuestro camino y nos fortalecen en la esperanza que todo, absolutamente todo lo que está escrito en los libros sagrados, es cierto. Esto adquiere gran importancia en nuestro mundo que se ha vuelto tan secularizada que la gente mira a los Santos como si fueran unos ”extraterrestres” y la santidad como algo imposible. Se nos olvida que el mismo Dios nos manda a ser santos, a todos los que quieren seguirlo, llamándonos cristianos. En este contexto, una gran alegría nos trajo la Iglesia incluyendo en el calendario a San Paisios de Monte Athos, hecho que ya se anunciaba por la piedad que los creyentes de todo el mundo tenían a este Santo, tan gMarzoso con el hombre contemporáneo.

” No recuerdo haber pasado ningún día sin consolación divina. A veces cuando la gente está de vacaciones, me siento mal, y por lo tanto, puedo entender lo mal que puede vivir la mayoría de la gente sin consuelo, porque están lejos de Dios. Más se aleja alguien de Dios, más las cosas se complican. Puede ser que alguien no tenga nada, pero si tiene a Dios, no quiere nada. Eso es todo! Y si tiene todo, y no tiene a Dios, es atormentado en sí mismo. Por lo tanto, cada uno, tanto que puede, que se acerque de Dios. Sólo al lado de Dios el hombre encuentra la verdadera y eterna alegría. Nos envenenamos la vida cuando vivimos lejos del dulce Jesús. Cuando el hombre "antiguo", se convierte en un "hombre nuevo", hijo de rey, se alimenta de alegría divina, con dulzura celestial y siente la alegría celestial, siente de una cierta forma la alegría del paraíso.

Desde la pequena alegría celestial, adelanta, diariamente hacia una más grande y se pregunta si hay otra alegría más alta en el paraíso que lo que vive aquí. El sentimiento que vive es tal, que no puede hacer ningúna obra. Las rodillas se derriten como las velas por el ardor y la dulzura divina, el corazón salta y está lista para salir, porque la tierra y las cosas terrenales le parece inútiles. Al principio el hombre tenía comunión con Dios. Después, sin embargo, cuando se alejó de la gracia de Dios, ha sido como uno que, después de vivir en un palacio, se encontró para siempre fuera de el, y lo veía desde lejos y lloraba. A medida que el nino sufre cuando se separa de su madre, asimismo el hombre sufre y se lamenta cuando se aparta de Dios. El alejamiento del hombre de Dios es infierno.

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