25 de Julio 2025 / 4:56 PM
Un día con alma rumana: la experiencia de Horacio y Graciela
Desde las primeras luces del amanecer, cuando la neblina acariciaba las suaves colinas de Rumanía, supimos que no iba a ser un día cualquiera. Horacio y Graciela, una pareja entrañable de Buenos Aires, buscaban algo más que una simple excursión. Querían sentir, respirar y vivir Rumanía desde su raíz más profunda. Lo que siguió fue una jornada tejida con historias, sabores, silencios sagrados y paisajes que susurran secretos milenarios.
Nos reunimos en la tranquilidad del pueblo de Starchiojd, un rincón donde el tiempo parece haberse detenido entre las colinas del sur de los Cárpatos. No había prisa, no había itinerario riguroso. Solo la certeza de que cada parada sería una oportunidad para compartir, para conectar con lo auténtico.
Así comenzamos nuestra travesía: una jornada que se convirtió en testimonio vivo de esa Rumanía que no aparece en las postales, pero que se siente con el corazón. Y, como ellos mismos dijeron al final del día, fue una experiencia inolvidable, de esas que te cambian algo por dentro.

Un descenso a lo profundo: la Mina de Sal
Nuestra primera parada fue la Mina de Sal, un lugar donde la tierra guarda en silencio sus tesoros minerales y donde el aire parece purificar no solo los pulmones, sino también el alma. Caminamos despacio, con la mirada atenta de Horacio, que no dejaba escapar detalle, y con la sonrisa cálida de Graciela, maravillada por la atmósfera serena del lugar.
“Che, esto es como estar en otro mundo”, dijo Horacio, y tenía razón. Las paredes resplandecientes, la quietud casi sagrada, y la historia escrita en cada rincón transformaron la visita en una verdadera experiencia espiritual. Hablamos del trabajo de los mineros, de la conexión entre el hombre y la tierra, y de cómo incluso en lo más profundo, la luz encuentra formas de manifestarse.

Entre cuentos y portones: los pueblitos de la región
Dejamos atrás la frescura subterránea y salimos a recorrer los pueblos tradicionales que salpican el paisaje de Rumanía como joyas en un manto verde. Pasamos por aldeas donde las casas aún conservan portones tallados, los ancianos saludan desde los bancos de madera y los niños corren libres entre gallinas y cerezos.
En uno de esos pueblos —cuyos nombres a veces ni figuran en los mapas— nos detuvimos para hablar con una mujer que tejía sentada en el umbral de su casa. “Es como volver a las raíces”, dijo Graciela, y Horacio, con su mate en la mano, asentía con una mirada nostálgica. Era como si el tiempo se hubiese detenido.
Les conté cómo en estas comunidades aún se conserva la costumbre de decir “Bogdaproste” cuando se recibe algo, por simple que sea. “¿Y eso qué quiere decir?”, preguntaron. “Significa ‘Dios te lo pague’. Es un agradecimiento con alma”. Y ambos lo repitieron, sonrientes, cada vez que alguien les ofrecía algo, como si fueran parte del pueblo desde siempre.
Los volcanes de barro: un paisaje de otro mundo
Dejamos atrás los pueblos y nos adentramos en un escenario que parecía sacado de un cuento de ciencia ficción. Los Volcanes de Barro de Berca se alzaban como criaturas dormidas, burbujeando en silencio bajo un cielo despejado. “¡Mirá eso, parecen estar vivos!”, exclamó Horacio con esa mezcla de asombro y alegría tan típica de los porteños.
Allí, entre cráteres secos y barro que fluía con lentitud, les expliqué cómo estos fenómenos geológicos únicos en Europa siguen activos desde hace milenios, alimentados por gases del subsuelo. Graciela tocó con cuidado la tierra agrietada: “Es como si estuviéramos caminando por la piel de la tierra misma”.
Nos sentamos un rato en silencio, contemplando el paisaje lunar. Horacio lo resumió perfecto: “Esto no se ve en una agencia de viajes. Esto hay que vivirlo con alguien que te lo cuenta desde el alma”. Nos reímos, pero tenía razón. Rumanía se revelaba ante ellos no solo como país, sino como una experiencia íntima.
Buzău: historias entre callejones y campanarios
Al llegar a la ciudad de Buzău, los adoquines parecían resonar con ecos de historias antiguas. Caminamos despacio por el centro, admirando las iglesias ortodoxas, los mercados populares y ese aire melancólico tan propio de las ciudades que han visto pasar imperios y revoluciones.
Les mostré la iglesia Banului, con sus frescos antiguos y su jardín en silencio. Allí hablamos sobre la fe ortodoxa, sobre cómo la espiritualidad rumana está entrelazada con lo cotidiano, lo humilde, lo profundo. Graciela me miró y dijo: “Dorin, vos hablás de esto como si lo tuvieras tatuado en el alma”.
Almorzamos en un parque sombreado, entre árboles altos y el canto de los mirlos. Saqué la zacuscă casera, pan de maíz, un poco de queso de oveja, y brindamos con licor de ciruela. Era un picnic con sabor a infancia, a hogar. Horacio, con una sonrisa emocionada, murmuró: “Esto no es turismo, es un regalo”.
Una promesa hecha al alma
Cuando regresamos al atardecer a la casa rural, con los ojos llenos de paisajes y el corazón lleno de palabras, Horacio me dijo algo que todavía resuena: “Dorin, lo tuyo no es guiar. Lo tuyo es sembrar raíces en quienes llegan con la maleta y se van con un pedacito de tierra en el pecho”.
Esa jornada no fue solo una excursión. Fue un reencuentro con lo esencial: con la historia viva, con la espiritualidad encarnada, con la humildad de lo verdadero. Graciela y Horacio partieron con lágrimas dulces en los ojos, prometiendo volver. Y yo, con la certeza de que Rumanía, en su forma más íntima, les habló al alma.
¿Querés vivir vos también una experiencia así? Te espero en Starchiojd, en nuestra casa rural con encanto. Organizamos excursiones privadas, auténticas, hechas con el corazón y el conocimiento profundo del lugar.
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Preguntas frecuentes sobre nuestra excursión privada en Rumanía
¿Dónde comienza esta excursión?
La excursión comienza desde nuestra casa rural con encanto en Starchiojd, pero también se pueden coordinar salidas desde Bucarest o Brasov.
¿Cuánto dura la experiencia?
Esta excursión es de un día completo, comenzando por la mañana y finalizando al atardecer.
¿Qué lugares visitamos durante esta ruta?
Visitamos la Mina de Sal, pueblos rurales tradicionales, los Volcanes de Barro y la ciudad de Buzău, entre otros rincones especiales.
¿Está incluida la comida?
Sí, organizamos un picnic en el bosque con productos caseros locales. También podemos adaptar el menú según tus preferencias.
¿Cuántas personas pueden participar?
Las excursiones son privadas, ideales para parejas, familias o grupos pequeños de hasta 6 personas.
¿Es una excursión cultural o de naturaleza?
Es ambas cosas: conectás con la historia, la espiritualidad ortodoxa y la naturaleza rumana de forma profunda y personal.
¿Se necesita preparación física?
No, es una experiencia tranquila, pensada para todo público, sin caminatas largas ni exigencias físicas.

¿Qué dicen nuestros clientes?
Con más de 100 reseñas de 5 estrellas en Google Reviews, garantizamos una experiencia inolvidable.
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